En 2013, la cofundadora Sarah Desjarlais era una madre de acogida que asistía a una reunión en la oficina de bienestar infantil de Vancouver (Washington). Durante la reunión, vio a un niño sentado solo en una sala de conferencias, con su comida y sus juguetes sin tocar. Estaba solo, en todos los sentidos de la palabra. Su asistente social estaba sentada al otro lado del pasillo, trabajando febrilmente al teléfono, intentando encontrar un lugar al que pudiera llamar hogar. Se le ocurrió lo difícil que debe ser hacer todo lo que se exige a un trabajador social y dar a un niño que acaba de sufrir un trauma la atención y el consuelo que necesita. Tras una conversación con Kim Karu, supervisora del Servicio de Protección de Menores, las dos mujeres fundaron lo que entonces se conocía como Office Moms & Dads, utilizando la intuición de una madre y los conocimientos de una trabajadora social.

Durante la pandemia, mientras las oficinas de bienestar infantil permanecían cerradas y el número de admisiones disminuía, nuestros voluntarios se movilizaron para apoyar a las comunidades locales de acogida. Proporcionaron comidas, material de aprendizaje a distancia, cajas de ropa nueva, regalos navideños y mucho más a los niños acogidos y a sus familias. Los donantes se movilizaron y nosotros nos pusimos manos a la obra para formar a más voluntarios que pudieran responder a la oleada de necesidades que se avecinaba. 

En 2020 nos unimos a la conversación nacional sobre el racismo sistémico, porque los niños de color han estado, y siguen estando, sobrerrepresentados en los hogares de acogida. Cuando nos reunimos con líderes tribales y miembros de grupos comunitarios negros e hispanos para escuchar sus opiniones sobre cómo convertirnos en una organización más inclusiva, un tema común de conversación fue el título que nos habíamos dado a nosotros mismos como "Mamás y Papás" de la Oficina. Para muchos niños, el título de "mamá" o "papá" está reservado únicamente a dos personas. No importa lo que hayan hecho: los niños siempre querrán a sus padres en algún nivel. Tuvimos que honrar esa cultura familiar. Tuvimos que cambiar nuestro nombre.

Creemos que "Fosterful" destaca el hecho de que nos hemos convertido en algo más que simples acompañantes. A través de prácticas de cuidado informadas por el trauma, proporcionamos entornos enriquecedores y necesidades básicas a los niños que entran en acogida. Aunque esas cosas siempre serán el corazón de lo que hacemos, ahora tenemos espacio para crecer y convertirnos en un MOVIMIENTO para cambiar el sistema desde dentro.

Lo que empezó con cinco voluntarios en una oficina de bienestar infantil, ha crecido hasta casi 400 voluntarios (y subiendo) en todo Washington e Idaho.